Su gélida mirada, repleta de abismos, se clavó en la mía. En ella pude ver reflejado el rostro de Tánatos, el dios de la muerte. Sin embargo, aunque pudiera parecer irracional, no estaba asustado.
Sentí cómo su ávido aliento penetraba en mis entrañas devorando todo lo que encontraba a su paso. Un frío glacial se apoderó de mi cuerpo haciéndome temblar como una hoja en la brisa.
-¿Estarías dispuesto a entregar tu vida?- susurró de modo casi imperceptible con una mezcla de tristeza y ansiedad. Mi silencio no pareció perturbar su pétrea expresión.
Pero nada me importaba ahora. Me dejé caer en la dulce sima que formaban esos brazos de piel mortecina. Mi único pensamiento eran sus labios esponjosos de color carmesí. Ni siquiera percibí los afilados caninos que se ocultaban tras ellos y que se clavaron con delicadeza en mi lóbulo; después buscaron la parte lateral de mi cuello, cuya piel en aquel momento ya había comenzado a erizarse por el álgido contacto de sus manos que acariciaban rincones ocultos de mi cuerpo. Entonces se hundieron suavemente en la parte más alta de mi hombro, donde éste se une con la nuca. Tuve una sensación vertiginosa, similar a la de una montaña rusa en la bajada más fuerte, al notar, tras la breve incisión, cómo mi sangre manaba hacia ese lugar concreto y cómo abandonaba mi cuerpo para formar parte del de mi silenciosa amada. Creedme si os digo que era del todo imposible resistirse a la tentación de tan morboso deseo. Una insidiosa lujuria se había apoderado de mí sin remisión. Para cuando ella me había levantado con calculada lentitud la camisa de franela que separaba mi piel de sus dedos, mi alma había izado ya la bandera blanca y se había entregado sin condiciones.
¿Para qué luchar contra una obsesión tan poderosa? Era más fácil abandonarse, dejar que todo transcurriese por su cauce. La naturaleza es cruel pero sabia. Y generosa. Sorprendentemente generosa. La gacela perece para que el león pueda sobrevivir, es ley de vida. Así ha sido desde el comienzo de los tiempos, todo el mundo lo sabe. Intentar evitarlo es contraproducente y puede crear un desequilibrio a nivel cósmico difícil de restablecer. Dejemos que el mundo gire una vez más y afrontemos la inexorabilidad de la existencia.
Tan pronto como sus dedos comenzaron a explorar mi torso desnudo, una extraña combinación de terror y de placer me invadió. Sentí que mi mente salía disparada, como sacudida por un resorte desconocido, hacia algún lugar lejano en el tiempo y la distancia. En cierto modo, la sensación era similar a lo que los adictos a la heroína llaman “viaje”: el instante en el que te inoculas la sustancia y millones de endorfinas son liberadas de forma masiva por el encéfalo.
Suavemente, sin apenas percibir su gesto, retiró sus colmillos de mi trémula piel con extrema delicadeza. Entonces pude contemplar de nuevo su cara, esos rasgos perfectos y al mismo tiempo frágiles, que contrastaban con la ferocidad de sus movimientos. En su labio inferior, una fina gota de plasma pendía del borde, temblorosa. Sin apartar su mirada, con gesto calculado, su lengua recogió el preciado elemento. Observé que el iris de sus ojos había pasado de un rojo salvaje a un ocre apagado. Su apetito había sido saciado, al menos parcialmente.
A la tenue luz de la madrugada, me di cuenta de que su expresión había cambiado. En ella pude intuir a un ser asustado, inseguro, una criatura que luchaba para sobrevivir a toda costa en un mundo hostil, condenada eternamente a ocultar su verdadera naturaleza por su propia seguridad. Pero también vislumbré una existencia llena de infinita tristeza y soledad, un corazón que imploraba un poco de amor y compañía.
Con voz apagada y melancólica, musitó:
-En cinco siglos me he encontrado, por decirlo de alguna manera, con un número infinito de personas, de todas las clases sociales posibles, de todas las razas que existen. Creyentes, ateos, humildes, orgullosos, señores, siervos. Pero todas ellas tenían en común una característica: el miedo atroz a lo desconocido, un pánico enfermizo a lo oculto, a lo que consideran sobrenatural. Sin embargo, tú... Creo saber el motivo que te impulsa a no demostrar temor alguno, lo cual admiro y encuentro interesante.
Pensé largo tiempo en sus palabras, que llegaban a mis oídos desde lejanos confines. ¿Realmente no sentía miedo ante su presencia? ¿O era más bien una falsa sensación? La respuesta era evidente. Después del primer contacto, el sentimiento que aquel ser despertó en mí no era sino una mezcla de deseo y pasión elevadas a la enésima potencia. Un bajo instinto que se había despertado de un prolongado letargo se estaba haciendo con el control de mis emociones y la sensación inicial de terror había sido disipada por completo.
En mi corta vida ninguna persona me había empujado a sentir ni una milésima parte de lo que estaba sintiendo en aquel momento. Nadie me había abierto los ojos de aquel modo tan desmesurado ni había otorgado un sentido real a mi existencia más allá de creer estar condenado a un errático paso por este mundo. Un fuego comenzaba a arder en mi interior, un fuego que quemaba la parte más profunda de mi alma y se iba abriendo paso hacia fuera.
En aquel mismo instante, sentí cómo el tiempo se escurría entre mis dedos y mi cuerpo se precipitaba hacia un vacío infinito repleto de brillantes estrellas. Cerré mis cansados ojos para disponerme a dormir, confiado en despertarme en una nueva e inmortal existencia junto a mi amada.
Oscar Morcillo
Elige otro relato de Óscar al azar, son todos geniales: De tu esposo, que tanto te quiere,El amor de Fahyun y Nemat, Sensaciones, La lluvia y la navaja de afeitar, Avería número 334, Quimerio, El viaje, Estrés laboral, El día en el que los relojes se pararon (1ª parte, 2ª, 3ª, 4ª y desenlace), La senda del lobo, El flechazo y La expedición.
Si que están bien! Saludos.
ResponderEliminarY tanto, éste Óscar es un artista.
EliminarSaludos.
Divino relato, me ha encantado y subyugado. gracias a los dos, a tu amigo Morcillo por sus estupendos relatos y a tí por compartirlos con nosotros.
ResponderEliminarBesos de lindo fin de semana Juanjo TQM guapo!!!!!,
Igualmente, guapa.
EliminarMuy bueno.
ResponderEliminarcariños x3
Me alegra que te guste. Besos.
EliminarExcelente relato!!
ResponderEliminarSiempre es un placer leer a Oscar!
Besos para vos Juanjo!!
Lau.
Y para tí, guapa.
EliminarFeliz finde.
Estupendo relato,como siempre
ResponderEliminarUn besico y buen finde
Igualmente, guapa
Eliminarvaya, que relato,, digno de novela.
ResponderEliminarMuy bueno..... para Oscar un Oscar.
<y para dino y familia mil bicos.
Gracias, otros cuentos para tí.
EliminarInteresante y muy buen relatos… continua deleitándonos con cositas así… Saludos
ResponderEliminarAsí lo haré. Saludos
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