Hoy comparto con vosotros fragmentos de un interesante artículo que he leído en "El blog alternativo" y con los que estoy muy de acuerdo.
“Creo que el efecto más
perturbador es que la falta de interés de los niños por las tareas los
lleve a adoptar una actitud negativa hacia el colegio y el aprendizaje
en general. Diría que las tareas son el principal y MAYOR EXTINGUIDOR DE
LA CURIOSIDAD INFANTIL. Queremos niños completos, que se desarrollen
social, física y artísticamente, y que tengan también tiempo para
relajarse y ser niños” Alfie Kohn.
El impacto de los deberes en la vida de las familias con hijos escolarizados es, en muchos casos, el siguiente:
- una carga para las famlias
- un estrés para los niños
- un conflicto familiar
- menos tiempo para otras actividades
- menos interés por el aprendizaje
Esos son los temas que se tratan en los primeros capítulos del libro recién publicado en español “El mito de los deberes: ¿Por qué son perjudiciales para el aprendizaje y la convivencia” de Alfie Kohn, profesor, autor comprometido con la renovación pedagógica,
uno de los críticos más destacables en EEUU del sistema educativio
actual, experto en el proceso de aprendizaje y cómo se bloquea, y escritor de varios libros.
Existe un mito por el cual los deberes en casa (tras largas jornadas
escolares) benefician a los niños y aportan responsabilidad, disciplina,
hábitos de estudio y más. Pues Alfie Kohn tira por la borda este tipo de planteamientos y, avalado por multitud de investigaciones, concluye que “los deberes no proporcionan ningún beneficio académico
para los alumnos de primaria y existen serias dudas sobre si son
recomendables para los estudiantes de secundaria”.
Algunos de los fragmentos del libro, nos dejan citas tan interesantes como las siguientes:
Tras pasarse la mayor parte del día en la escuela, a los niños se les mandan —por norma general— tareas adicionales para realizar en casa. Un hecho muy curioso cuando te detienes a pensar sobre ello, pero no tan curioso como el hecho de que muy pocas personas se detengan a pensar sobre ello. Merece la pena preguntarse no solo si existen buenas razones para apoyar la práctica casi universal de mandar deberes para casa, sino también la razón por la que esta práctica tan a menudo se considera como algo natural —incluso por un considerable número de familias y de profesorado a quienes les preocupa su repercusión en la vida de los niños—.
El misterio aumenta cuando se constata que las extendidas creencias sobre los beneficios de los deberes —mayor rendimiento académico y promoción de valores como la autodisciplina y la responsabilidad— no vienen corroboradas por la evidencia científica disponible. Como veremos más adelante, los datos en que se apoyan dichas creencias son débiles o inexistentes, dependiendo del componente específico que se esté investigando y de la edad de los estudiantes. Pero, de nuevo, esto rara vez ha provocado una discusión seria sobre la necesidad de los deberes, ni ha calmado las exigencias de que se manden todavía más.
No hay duda de que estamos ante un tema de enorme relevancia para casi todos los que conviven con niños y jóvenes —un tema ante el que muchos nos sentimos frustrados, confundidos o incluso enfadados—. Pero a pesar de nuestra preocupación, rara vez se cuestiona la creencia de que se deberían seguir mandando deberes.Esta postura de aceptación generalizada sería comprensible si, de vez en cuando, la mayoría del profesorado decidiera que un determinado tema debe continuar después del colegio y, entonces, se pidiera a los alumnos que leyeran, escribieran, investigaran, o hicieran algo en casa esa tarde. Podríamos plantearnos dudas sobre ciertas tareas pero, al menos, sabríamos que los profesores están aplicando un criterio, decidiendo caso por caso si las circunstancias realmente justifican la intromisión en el tiempo familiar, y valorando la probabilidad de que el resultado sea un aprendizaje significativo.
En esta línea, he de decir que en mi colegio cuando encargamos alguna tarea a los alumnos para hacer en casa, se trata de tareas significativas y necesarias para el alumnado, de carácter investigador o creativo y nunca tareas mecánicas. Además no existe una periodicidad para ello, las necesidades del día a día las marcan. Puede que una semana haya una tarea y luego pasen varias hasta que vuelva a ser necesario...
Cambiar el valor por defecto no es fácil, sobre todo en lugares donde el compromiso con el valor de los deberes está más cerca del dogma religioso que de la hipótesis científica. Además, un montón de tareas no solo resultan inadecuadas, son perjudiciales. Transmite a los niños la idea de que aprender sobre lugares lejanos (o la poesía o conceptos matemáticos) es algo aburrido y sin sentido, y elimina su deseo de explorar ideas. Como ocurre con muchos otros temas educativos, los beneficios de añadir buenas prácticas son limitados, a no ser que también estemos dispuestos a trabajar por la eliminación de las malas prácticas.
Podemos evitarlo: debemos animarnos unos a otros (y a nosotros mismos) a repensar la creencia básica de que los deberes son inevitables y deseables. Deberíamos debatir sobre su valor y, si estamos convencidos de que hacen más mal que bien, posicionarnos en su contra. Los profesores deberían hablar sobre el tema con sus colegas, así como con los padres; los padres deberían hablar con sus amigos, así como con los profesores de sus hijos. Compartir información es una forma de ayudar a que esto ocurra, como encontró Bethany Nelson en la Sparhawk School. Del mismo modo, Ruth Lazarus, una trabajadora social del área de Chicago, comenta: “Los padres suelen tener tal ansiedad por las consecuencias de que sus niños no completen sus deberes, que yo diría que es la principal fuente de estrés para la mayoría de las familias con las que trabajo que tienen niños en edad escolar. Sin embargo, los datos ofrecidos por la investigación se han mostrado verdaderamente útiles para aliviar este estrés. Puesto que la investigación no corrobora el valor [de los deberes], muchas familias pueden relajarse”.
Lo que he encontrado es que la mayoría de los padres no quieren la pesadez de los deberes, pero tienen miedo de renunciar a ellos porque las cosas siempre han sido así.
Katharine Samway era una de esas madres que habían aceptado su papel “como supervisora delegada…de la escuela” hasta que se vio pensando: “Tenéis a nuestros hijos durante seis horas, cinco días a la semana. ¿No podemos disponer de algo de tiempo para hacer lo que queramos con ellos?” Hasta que un día decidió decirle a su hijo: “No, no puedes hacer tus deberes hasta que hayamos vuelto del espectáculo/ regresado del paseo en bicicleta/acabado de jugar al fútbol/leído el libro, el capítulo o el poema”. Llegó a la convicción de que cuando las prioridades de la escuela están equivocadas, no hay que aceptarlas. La familia es lo primero. Los niños son lo primero. El verdadero aprendizaje es lo primero. Samway es profesora, a la vez que madre. Su experiencia como madre le enseñó el lado negativo de los deberes —lo que quitan—. Su experiencia profesional le dijo que no había mucho en el lado positivo; había poco que perder poniendo el poema o incluso el paseo en bicicleta por delante de las tareas de clase. Por supuesto, por valiente que fuera su decisión, lo que comenzó a hacer era solo una medida provisional que rescataba a su propio hijo. Pero decidió publicar sus reflexiones en una publicación educativa, con la esperanza de ayudar a que sus colegas repensaran sus prácticas.
Si los deberes persisten a causa de un mito, nosotros les debemos a nuestros niños —a todos los niños— luchar por una política que se base en lo que es verdadero y tiene sentido para ellos.
MÁS INFO: web de la editorial Kaleida y blog El mito de los deberes
Fuente: El Blog alternativo
Gracias Juanjo.
ResponderEliminarEsto ya lo decía yo hace 40 años.......
Pero las monjas no me hacían caso....
Un abrazo.
Hace 40 años hubieran sido muy modernas si te lo hubiesen hecho, jijiji
EliminarUn abrazo.
De cualquier forma, yo con mis hijos tenía muchas reticencias con los deberes, que me causaron bastantes tiras y aflojas con los profesores de mente tan cerrada (esto hace 20 años, mas, menos).
ResponderEliminarYo me regía y sigo haciéndolo con el horario europeo, entonces mis hijos se acostaban a las 21h. como muy tarde, entonces era muy complicado, desde que salían a las 17h. hasta la hora de dormir que pudiesen hacer deberes, actividades extraescolares, jugar con otros niños, jugar y conciliar con los papás, ducharse, cenar, el cuento, era prácticamente imposible que saliendo a las 17h y acostándoles a las 21h hacer todo, así que opté por quitarles las actividades extraescolares (porque no eran obligadas) y muchos días iban a clase sin haber hecho los deberes del día anterior. Por supuesto, yo asumía el "castigo" hablando con los profesores y explicándoles que mis hijos no eran máquinas, eran NIÑOS.
La verdad es que este tema da mucho de si, sobre todo aqui en España, donde los horarios son imposibles para conciliar..... Gracias de nuevo, me ha gustado este tema que tantos quebraderos de cabeza me trajeron en su día. Ahora mis hijos ya mayores hacen vida con horario español, tampoco les queda otro remedio si quieren trabajar, aqui los horarios son brutales, es de locos que mi hija salga de trabajar vendiendo ropa a las 22h casi, con lo cual no se acostará mínimo hasta la 1h. Yo continuo con el horario europeo, aveces debo cambiarlo para acoplar las cosas de los demás, pero si no dependo de nadie hago mi horario, me levanto a las 6h. y a las 21h. me retiro, nunca puedo ver en la tele nada, todo lo que veo siempre en diferido o repeticiones en otros horarios.
El tema da de si, en parte también por el horario..... algo que yo considero muy importante para el correcto sueño y descanso. Resumiendo, mis hijos han cambiado su horario por necesidad, pero yo sigo comiendo a las 12h. y cenando a las 18 o 19h.
Y tanto que el tema da de sí. Realmente algunas personas se olvidan de que los niños deben tener tiempo para ser niños. Pero bueno, poco a poco iremos cambiando el chip.
EliminarSaludos.
Pues a mi me gustaban los deberes y hacía las tareas en casa con ganas. Y aún así me daba tiempo a jugar con los amigos, y practicar dos deportes. Eso sí en el colegio estábamos unas 4 horas y media, y casi no veía televisión, prefería irme a la cama a leer algún libro.
EliminarYo sigo pensando, por mi propia experiencia, que los deberes tienen dos importantes cualidades: la de asimilación de conocimientos, y la de reforzar el hábito de hacer cosas sin que te lo pidan (que viene muy bien cuando llegas a estudios superiores).
Salu2
A mi también me gustaba. Pero a mí no me enviaban las barbaridades que se envían ahora en algunas escuelas...
EliminarSaludos, crack.
Si te lee mi nieto!!!!!! en su primer año liceal,jajaja imaginate.
ResponderEliminarabrazos
Jajaja... Sería interesante... Saludos
EliminarCon la intención de ampliar información relacionada os recomiendo visitar el siguiente enlace http://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity
ResponderEliminarKen Robinson es genial. Gracias por el enlace.
EliminarSaludos.
Pienso que se debe evaluar los logros de aprendizaje en la clase y ahí mismo con los chicos trabajar con los que no tienen muy claro el tema, el exceso de tareas fuera del aula es un contrasentido
EliminarAsí es. Saludos
EliminarSupongo que los deberes son útiles si el neno tarda en hacerlos 1-2 horas y el resto del tiempo puede jugar y ser lo que tiene que ser, un niño. Recuerdo que en 5º y 6º de primaria terminaba de hacer los deberes a las 9-10 de la noche. Mi padre me regañaba porque no le parecía normal que me mandasen tantas tareas y yo, que no quería bronca en clase, los terminaba a escondidas.
ResponderEliminarY ahora que lo pienso ¿y los puñeteros deberes de verano de Santillana? Esos sí que pasaba olímpicamente de hacerlos.
Un abrazo
Hola, guapísima
Eliminar¡Cuánto tiempo! Espero que te vaya todo genial.
Yo opino que si son creativos o de investigación, bienvenidos sean. Pero los deberes sistemáticos y repetitivos por sistema, no, gracias.
Un abrazo muy grande.
Hola Juanjo. De nuevo ando por aqui. Que tal la familia??? Saludiños a Raquel. Nos vemos por estos lares.
ResponderEliminar¡Hola!
EliminarLa familia muy bien. El blog lo tengo un poco abandonado, porque el trabajo, que me apasiona, me tiene ocupado todo el día, junto con la familia. A ver si saco algún ratito.
Saludos.
O sistema de ensino mede competências docente e discente,daí usa atividades para casa e, assim,estimula competições: de quem não falta,falta só as vezes,traz as atividades respondidas,nunca responde... Tudo gira em torno do melhor,do mais capaz,do que responde melhor às técnicas das doutrinadores.
ResponderEliminarGostei desse espaço e esta postagem é bem pertinente.