martes, 22 de septiembre de 2009

En memoria de Juan Sag Tripiana

Si sabes algo sobre personas desaparecidas o fusiladas a raíz del Golpe de Estado de 1936, y quieres que se haga público, o si por el contrario quieres publicar una historia sobre esta época puedes visitar todoslosnombres, un sitio ideado con la intención de que se puedan recoger estos testimonios y para que cualquier detalle pueda ser determinante ante la falta de información con la que se enfrentan las familias. Con ello la web pretende que se pueda ayudar a miles de personas a saber el paradero de sus familiares, aún hoy desaparecidos.

Además, en la web puedes conocer algunas micro biografías que son desoladoras. Aquí les dejo una muestra, en este caso la de un cordobés que sufrió, como tantos otros la barbarie de los ataques fascistas:

Juan Sag Tripiana

Juan Sag Tripiana nació en San Sebastián de los Ballesteros, en la provincia de Córdoba, el día 1 de enero del año 1901, hijo de José Sag y de Francisca Tripiana. En esta localidad de la campiña cordobesa Juan pasó su niñez y adolescencia.

De profesión jornalero del campo desde muy temprana edad, Juan aprendió a leer y escribir, algo inusual en la época, pues el analfabetismo alcanzaba el 80% de la población campesina, que no sabia leer ni escribir. Esta afición se convirtió rápidamente en verdadera pasión por la lectura y el aprendizaje, sintiéndose especialmente atraído por el estudio.

Incorporado al servicio militar el día 30 de enero de 1923, fue destinado al 4º Regimiento de Artillería ligera, donde permaneció hasta su licencia.

Tras ésta contrajo matrimonio el día 1 de noviembre de 1926, con María Nicasia Ortega Pavón, del cual nacieron cuatro hijos llamados Francisca, María, Concepción y José.

Los años de juventud, sin ningún lugar a dudas se vieron marcados por los vientos de agitaciones, reformas y revolución campesina en el que se vio envuelto el proletariado rural. Este tiempo convulso teñido de años marcados por las calamidades, la explotación, la injusticia social y el hambre, unidos a los salarios de miseria, marcan su carácter y personalidad, y lo llevarán a ingresar en el Partido Republicano Federal.

Junto a esta militancia, Juan compagina su cargo de empleado municipal en el Ayuntamiento de San Sebastián de los Ballesteros actuando algunas ocasiones como recaudador municipal de arbitrios y como tallador en el reclutamiento de los mozos de reemplazo. También regentaba la taberna de la casa del Pueblo o centro Obrero de San Sebastián, un lugar donde se daban cita simpatizantes de los partidos de izquierda y del movimiento obrero tan transcendentales e importantes durante los años de vida de la II Republica.

Tras los acontecimientos ocurridos con el golpe de estado del 18 de julio de 1936, la Guardia Civil de San Sebastián de los Ballesteros, proclamó el bando de guerra, el día 19 de julio de 1936, tras recibir la orden desde Córdoba capital.

La noche del día 18 de julio se sucedieron algunos sucesos violentos en la localidad. Tras la proclamación del bando de guerra, la Guardia Civil recibió orden de concentrarse en la localidad próxima de La Rambla para recibir instrucciones (algo muy común en esos primeros días, las concentraciones en otros pueblos, desde donde partían todos juntos para tomar los que no se habían sometido aún). Al marchar a la concentración de La Rambla, dejaron al cuidado de la casa cuartel de la Guardia Civil, así como de sus familias que vivían en ella, a una persona del pueblo, falangista y de profesión chofer, que se llamaba Juan José Camer Cuesta. Esa misma noche, un grupo de campesinos (unos cincuenta) indignados por la proclamación del bando de guerra y por el devenir de los acontecimientos, asaltaron la casa cuartel, sacando al falangista a la calle, donde lo mataron a tiros y a puñaladas. Juan José Camer, que disponía de una pistola, hizo varios disparos que mataron a dos o tres campesinos e hirió a otros dos.

Cuando la Guardia Civil de San Sebastián regresó de la concentración, comenzó la represión de todos los campesinos, dirigentes obreros, dirigentes políticos y funcionarios municipales, que habían tenido algo que ver en los acontecimientos ocurridos o que simplemente estaban en defensa del régimen republicano. La gran mayoría de la población masculina de dispersó de forma general, huyendo a través de los campos a esconderse en casillas, cortijos, etc., o simplemente a dirigirse a poblaciones que aún no habían sido tomadas por los golpistas: Puente Genil, Espejo, Bujalance, Castro del Río, etc. Los que fueron detenidos en la huida fueron inmediatamente ejecutados.

Juan, sin haber tomado parte alguna en los acontecimientos descritos, no temió por su suerte. Fue detenido en su casa por la Guardia Civil, ante el asombro y el miedo de su esposa e hijos, que no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo. Detenido y posteriormente encarcelado en los calabozos de San Sebastián de los Ballesteros, donde permaneció hasta el día catorce de septiembre de mil novecientos treinta y seis. Durante todo este tiempo, casi dos meses de prisión, Juan sufrió continuamente malos tratos, vejaciones y palizas:

… perdió gran cantidad de peso, y llego incluso a orinar sangre, debido a las palizas que soportó. Durante algún tiempo lo pudieron ver salir de los calabozos esposado, en dirección al ayuntamiento de San Sebastián. Lo llevaban allí según nos pudo manifestar en una de esas salidas para “ajustar cuentas”.

Sus verdugos se sirvieron de sus servicios hasta que aclaró los datos económicos municipales, que por su posición de cobrador de arbitrios tenía encomendados. Cuando hubo realizado este trabajo decidieron “deshacerse de él”.

Un día antes de ya no tener noticias suyas, ni saber de su posterior paradero, llegó a decirle a su esposa María Ortega, que intercediera por él ante el nuevo alcalde nombrado por el “Movimiento” en la localidad, para intentar que lo dejarán en libertad.

El nuevo alcalde en cuestión, ante las suplicas de su esposa, que llegó a entrevistarse con él, y haciendo uso de una crueldad extrema, le manifestó su acuerdo de que Juan saliese de la cárcel: “… pero no para ser libre, se lo llevaran próximamente en un camión, pero para matarlo”.

El día 14 de septiembre, María y su madre Francisca, acudieron, como cada día lo hacían durante los dos meses anteriores, a verlo a los calabozos y llevarle la comida, y efectivamente se lo habían llevado, ya no se encontraba allí.

Desde ese día, hasta el de su asesinato transcurren ocho días, en los cuales presumiblemente Juan permaneció en la prisión de la localidad vecina de La Rambla, a donde fue llevado para asesinarle. Fue trasladado a los calabozos de La Rambla, junto a Alfonso Arroyo Fernández, alcalde de San Sebastián de los Ballesteros y a Domingo Verdú García, secretario de ese Ayuntamiento. Alfonso Arroyo de 38 años, fue nuevamente, trasladado a la localidad de Fernán Núñez, donde lo asesinaron. A Juan y a Domingo Verdú, los asesinaron en las dependencias policiales de La Rambla, en el anonimato de las frías paredes que fueron testigos mudos de sus últimos días.

Posteriormente, sus cuerpos sin vida fueron trasladados, según confirmaron los sepultureros en aquellos días, al antiguo cementerio local, donde los enterraron a ambos juntos en una de las fosas comunes practicadas durante esos días para ocultar los cuerpos de las personas asesinadas vilmente.

Su muerte como otras tantas, se inscribió fuera de plazo legal. La fecha de la misma data del día 30 de marzo de 1944, “a consecuencia de haberle sido aplicado el bando de guerra”.

No contentas las nuevas autoridades del Régimen con haberle quitado la vida, y dejar viuda y cuatro hijos. Amparándose en la Ley de Responsabilidades políticas de la época intentaron en el año mil novecientos cuarenta y cinco, expropiarle su casa…

… Vista la certificación que antecede y de acuerdo con lo dispuesto en el vigente Estatuto de Recaudación, requiérase en forma a D. Juan Sag Tripiana, fiador de Alfonso Arroyo Fernández para que en el plazo de cuarenta y ocho horas haga efectivo en las arcas del Pósito Local, el descubierto que al margen se detalle, apercibiéndole de que, en caso contrario, se procederá al embargo y venta de sus bienes hasta la completa realización de aquél”.

Su viuda fue multada en aquella época con la cantidad de dos mil nueve pesetas con treinta y un céntimos.

Juan Sag Tripiana, fue asesinado, sin juicio legal, sin causa ni sentencia. Su vida constituyó un ejemplo de honestidad y fidelidad a una causa y unas ideas. Durante toda su vida mantuvo un firme compromiso trabajando por la mejora económica y social de las clases más desfavorecidas, reivindicando para ellos la igualdad y la libertad.

Fuente: todosloshombres.org

23 comentarios:

  1. Hola

    cuanta barbarie, el problema es que hasta ahora se recuerdan a los ganadores, y los vencidos poco o nada

    bueno es entonces que alguien como tú,ponga entradas como esta recordando la sin razón

    un saludo

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  2. Lo añado a favoritos.
    Otra página de una persona de aquí que ha recopilado información:
    www.varensersoldats.blogspot.com

    T.a.p.

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  3. Que pongan justicia donde ponen memoria.

    Carpe Diem

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  4. Cuantas historias enterradas, quién no tiene a alguien muerto o desaparecido?
    Gracias Juanjo por recordar.
    Un abrazo.

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  5. @Jose Jaime: Sí, hay que recordar para que no se repita. Un saludo.

    @T.a.p.: Gracias por el enlace, ahora voy a visitarlo. Un beso.

    @Adolfo Suárez: Eso es, hay que hacerles justicia a través de la memorio. Carpe diem.

    @Edda: Lamentablemente casi todos sí... Un abrazo.

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  6. Gracias a estos artículos podemos perpetuar la memoria de quienes fueron aplastados por la barbarie. Gracias a ti podemos reflexionar sobre lo mucho que nos jugamos en cada votación. SALUDOS AMIGO y gracias por tu trabajo.

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  7. @David: Gracias a tí por el tuyo y por estar siempre ahí. Saludos.

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  8. Es increíble lo que puede la crueldad humana…
    Muy triste esta historia, como las hubo muchas más.

    Un placer leerte.

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  9. @SalvadorPliego: Y tantas... Un saludo. Y gracias por pasarte por aquí.

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  10. Y cuando se hara justicia?
    Cuantoas personas anonimas sufrieros barbarie y siguen sin que les sea restaurada la dignidad y s les haga justicia ,no basta solo con no olvidar,hay que reparar y hacer justicia,y esto no se hace procesando jueces ni poniendo trabas a los familiares de estos,sino con una ley de memoria eficaz y que la aplique el gobierno de turno poniendo todos los medios a disposicion de las familias de los represaliados,no con medias tintas,un saludo.

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  11. Es importante que se demuestre que aún hay gente que no olvida y que busca al menos tener un mínimo de dignidad. Saludos amigo

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  12. Esta es la historia triste de un ser humano como la de tantos que vieron cómo el fascismo quebraba sus vidas y sus familias

    Gracias querido Juanjo por descubrirnos esta web.

    Un fuerte abrazo

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  13. @Severino el sordo: Es cierto, es hora de reparar y hacer justícia. Pero desde aquí (desde el blog) no podemos hacer gran cosa más. Lo importante es que no dejemos que se olvide lo que pasó. Y a ver si los que mandan toman nota. Un saludo.

    @Pharpe: Y tanto que lo es. Un saludo.

    @Felipe Medina: Sé que en la web encontrarás muchas más historias como esta e incluso peores, y que sabrás sacarles partido. Un abrazo.

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  14. Triste historia, a mí mi padre me contó cosas de la guerra y lo por fue que no hubo libre elección, España se dividió en dos (no se exáctamente en qué sitio) y a un lado quedaron los nacionales y a otro los repúblicanos y no te quedaba más remedio que luchar, a veces contra un familiar, era tu vida o la del que estaba enfrente, muy fuerte esto de la guerra. Ya es hora de que se haga justicia, pero hay tanto que hacer, no solo con los desaparecidos en la guerra, sino con la situación actual. El mundo está hecho una pena y cada vez vamos a peor.
    Un beso Juanjo,

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  15. Las guerras civiles son muy crueles porque luchan compatriotas con compatriotas, hermanos con hermanos. Independientemente de quien sean los vencedores o los vencidos siempre hay irreparables dramas familiares

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  16. @Ross: Bueno, intentemos mirarlo de forma positiva. Al final del camino encontraremos algo positivo (espero). Besos.

    @Eugenio: Completamente de acuerdo. Miles de historias como estas se repitieron. Nuestro recuerdo y cariño para todos ellos.

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  17. Pues a que los huesos de ese pobre hombre vean la luz para poder ser entregados a sus descendientes es a lo que muchos tienen terror todavía. ¿Cómo les pueden asustar tanto los huesos de unos campesinos asesinados hace setenta ños? ¿Cómo es posible que todavía haya gente que diga que el deseo de exhumar esos curpos perdisos es fruto del odio? ¿Cómo es posible que en España todavía estemos así?
    No lo entiendo.

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  18. @Francisco Galván: poco a poco la cosa mejorará... Aunque llega tarde, pero ya se sabe. Más vale tarde que nunca...

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  19. Hola, Juanjo. Acabo de alucinar. Juan Sag Tripiana es mi abuelo y esta microbiografía la escribí con un amigo.
    Con la cantidad de personas que hay en todosloshombres.org, cómo has ido a parar a mi abuelo??
    Un abrazo

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  20. @Jformacio: Ante todo es un placer recibir tu comentario.

    Estuve dando un vistazo a la web, y de entre todas las biografías que leí, la de tu abuelo me pareció de lo más apasionante, y por ello la seleccioné. Espero que te haya gustado el mini-tributo que él le dediqué. Un abrazo amigo.

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  21. Hola es verdad toda la historia,ALFONSO ARROYO era mi abuelo,una barbarie los que hicieron,como pueden asesinar a alguien por pensar diferente,los odio por todo lo que tuvo que pasar mi abuelo antes de morir,lo que paso mi abuela quedadose viuda tan joven y pasando tanta calamidad tanta hambre tanta miseria,a mi abuelo claro esta no lo conoci ,pero mi abuela es la persona mas valinte del mundo ,tuvo el coraje suficiente para criar a sus hijos y a sus nietos en el amor,y no en el odio que hubieran querido ellos crearle ,madre coraje si existe es mi abuela,nos enseño a querer a las persona a respetar a todo el mundo ,a hacer el bien a la gente ,como te extraño abuela pero te fuiste llena de amor y limpia de alma ,cosa que los que le mataron al abuelo no tenian ni tendran jamas por muchas vidas que vivieran,te quiero ,y espero verte algun dia para poder estar contigo para siempre,hasta siempre,

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    1. Que pena que no lo pudieras conocer. Me alegra que tu abuela os educara tan bien. Saludos.

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  22. Hola. Creo que Alfonso Arroyo NO era alcalde de San Sebastián en esa fecha. Si estoy en un error, mis disculpas y ruego que lo aclaren.
    Gracias

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