Nicotina, monóxido de carbono, alquitrán y gases irritantes, es todo lo que nos fumamos cuando encendemos un cigarro. El tabaco ha sido ancestralmente una droga “bien vista”, y por ello, no nos inmutamos viendo a nadie cuando fuma, es impensable pensar que la sociedad pudiera ver con la misma normalidad a un heroinómano inyectándose su dosis (afortunadamente). Vemos a actores, escritores, políticos, artistas, gente famosa, amigos, familiares… Ellos fuman y nadie lo ve mal, parece hasta que si eres “guay” fumas… Afortunadamente, estos prejuicios están empezando a desaparecer en nuestra sociedad, que empieza a darse cuenta de que fumar y sobretodo sus consecuencias no son tan “guays”.
Son muchos los riesgos que se corren fumando y mucho el daño que puede hacer el tabaco al organismo, tanto que puede llegar a ser mortal, como bien sabemos.
Los gobiernos europeos llevan un tiempo endureciendo sus leyes para frenar el consumo, y parece que empieza a ser una tendencia generalizada a todos los países estas medidas, pero ¿son suficientes? Lo que sí está claro, es que si bien, los que ya fuman deben intentar dejarlo, con la ayuda de la de voluntad, y con el empujoncito que te da la legislación prohibiendo su consumo en ciertos lugares; el verdadero objetivo ahora es prevenir la iniciación en el consumo del tabaco, para que las nuevas generaciones no lo vean como algo atractivo.
Pero, ¿interesa realmente a los gobiernos que la gente fume? Yo creo que si, es mucho el dinero que captan los estados a través de los impuestos que graban esta “legal” droga.
Sin ánimo de parecer realmente desconfiado ni malpensado, y con ánimo de que alguien me saque de esta afirmación, y me demuestre que realmente no les interesa, me animo a escribir esto. Si echamos la vista atrás 30 años nos encontramos con el comienzo de una sucesión de reales decretos y leyes regulando todo lo relativo al tabaco. Sin duda hablar de todas estas leyes sería muy extenso y tampoco nos aportaría demasiado, teniendo en cuenta que lo importante en leyes es cual es la que rige en el momento presente. Por ello hablemos de la ley actual, fechada el 26 de diciembre de 2005 y conocida popularmente como la “ley antitabaco”. Dicha ley, cambió como nunca antes se había dado en España el panorama tabaquero, poniendo a algunos (los fumadores) con muy malos humos… Y es que la ley llegó para prohibir fumar en casi todos los lugares salvo en las casas, calles y determinados bares, o al menos, eso es lo que se presentó a la sociedad.
Así, coincidiendo con las campanadas que anunciaban el nuevo año, el 2006, los españoles estaban vetados para fumar en muchos sitios, entre ellos el trabajo. La medida llegó acompañada de importantes sanciones tanto para los fumadores como para las empresas que vulneraran la legislación. Además de proteger a los no fumadores, Sanidad esperaba rebajar un 10% la cifra de fumadores en cinco años. La ley también vino a dificultar la compra de tabaco, porque la norma restringe a casi la mitad los puntos de venta del tabaco, que sólo puede adquirirse en estancos o en máquinas expendedoras con autorización.
A finales de 2005 se publicaron todo tipo de consejos para ayudar a los fumadores que quisieran dejar de serlo, así como numerosos métodos alternativos (hipnosis, acupuntura, terapia de grupo...) que prometían ayudar a conseguirlo, así como los tratamientos que se venden en las farmacias: parches y chicles de nicotina, tabletas sublinguales, gránulos homeopáticos ansiolíticos y antidepresivos. En este sentido, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, informó en febrero que sólo durante el mes de enero de 2006 se disparó el “negocio antitabaco”, y que la previsión hacía esperar que el mercado moviera alrededor de 37 millones en 2006. Así, la industria del medicamento, se benefició de procesos similares en otros países, potenciando esta área de investigación en los últimos años.
La multinacional Pfizer aumentó las ventas de sus parches Nicorette en unidades hasta un 158,2% en diciembre de 2005, frente al mismo mes de 2004. Novartis aumentó sus ventas en diciembre de 2005 en el mercado español en un 67%. Como se veía en aquel momento, la población fumadora dio frutos a las farmacéuticas, y prometía cambiar España hacia un país sin humos… Veremos después si fue tanto como parecía… Pero sin duda, a priori, parecía que la legislación del tabaco en España había dado uno de sus pasos más decisivos en la lucha contra los malos humos.
Gastos sanitarios
El índice de mortalidad por enfermedades relacionadas con el tabaco es uno de los principales problemas que afronta la sanidad de nuestro país. Por esta razón, a finales del año 2005 (como ya hemos dicho), el gobierno español aprobó la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo. Esta ley tiene por objetivo prevenir del tabaquismo y proteger la salud de la población evitando la exposición al humo ambiental del tabaco. ¿Pero qué implica esta ley exactamente? En líneas generales, la ley viene a decirnos básicamente que, desde el 1 de enero de 2006, ha de tenerse en cuenta que: Está totalmente prohibido fumar en:
- Todos los centros de trabajo, excepto en zonas al aire libre.
- Centros y servicios sanitarios.
- Centros docentes y formativos.
- Centros sociales para menores de 18 años.
- Instalaciones deportivas y lugares de espectáculos públicos, salvo si son al aire libre.
- Centros comerciales, galerías y grandes superficies.
- Centros de ocio que permitan la entrada a menores de 18 años.
- Centros culturales, bibliotecas, salas de lectura y museos.
- Establecimientos donde se manipulen alimentos.
- Todos los medios de transporte públicos.
- Ascensores, cabinas, cajeros, ...
- En cualquier otro lugar o centro que su titular así lo decida.
La actual legislación, también contempla que se pueden habilitar zonas para fumar en los siguientes lugares:
- Hoteles y hostales. Bares, cafeterías y restaurantes de 100 o más metros cuadrados útiles.
- Salas de fiesta, de juego o de uso público general, para mayores de 18 años. Salas de teatro y cine y otros espectáculos públicos realizados en sitios cerrados.
- Aeropuertos y estaciones de autobuses, de transporte marítimo y ferroviario.
- Centros de atención social de adultos.
- En otros lugares donde no exista prohibición de fumar y su titular así lo decida.
Los espacios sin humo deberán estar debidamente señalizados pon un cartel, así como los espacios habilitados para fumar, que también deberán estar debidamente señalizados del mismo modo. Sin embargo, hay que recordar que en las zonas habilitadas para fumar no se permite la entrada a menores de 16 años. El incumplimiento de alguna de estas normas puede ser sancionada hasta con 600.000 euros. Otro punto importante que aborda nuestra actual ley es la restricción de publicidad y las leyendas que deben aparecer en los paquetes de tabaco.
Pero realmente en España, el cambio cultural no se ha dado hasta niveles tan altos como otros pa. Si bien, si que es cierto que en una mayoría de los lugares laborales se respeta el veto de fumar, que ya es un gran logro para salvaguardar los derechos de los sufridores fumadores pasivos (que durante años se tragaron los humos de sus compañeros fumadores durante 8 horas de jornada laboral); no lo es así en restaurantes y pubs, donde en torno al 90% elige ser permisivos con los humos. Y el porcentaje que tiene zona de fumadores y zona de no fumadores, no siempre está bien habilitado para ello.
Según el “Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo” en el primer año desde la entrada en vigor de la ley antitabaco en enero de 2006, el consumo de tabaco en España, descendió un 10%. Valorar si la ley antitabaco es dura o blanda, justa o injusta, eficaz o ineficaz, es algo muy subjetivo, pero me mojaré y daré mi opinión. Considero que la ley podría endurecerse más, al menos en el sentido que regula su aplicación en bares y restaurantes. Como ya he dicho anteriormente, se estima que el 90% de los centros hosteleros permite fumar a sus clientes, y lo que es peor, las zonas habilitadas a tal efecto no están bien delimitadas. Es muy usual entrar a un bar y ver que no se puede fumar a un lado de un “biombo” y si al otro… Como si el humo no pasase… Risorio. En este sentido debería endurecerse la ley, es mi opinión. La mía y la del 34% de los encuestados (quizá un porcentaje escaso para que tenga fuerza política).
Pero el hecho de que el fumador pasivo tenga más espacios sin humos, como el trabajo, donde pasamos largas sesiones al día, donde no tenga que “tragar” el humo de los demás, es un gran logro que esta ley ha conseguido. Y conste que soy fumador, y durante años he fumado en la oficina, pero entiendo que otros compañeros que no lo hacían no tenían porque tragarse el humo de los que sí lo hacíamos. Sólo por este reconocimiento de derechos para los no fumadores, ya es suficiente para que la ley antitabaco tenga sentido y haya valido la pena. Pero, realmente las leyes que restringen los espacios de tabaco, y ya no hablo ahora a nivel nacional sino a nivel mundial, sólo tienen esa meta ¿Proteger al no fumador y velar por la salud pública? ¿Sólo eso? Si es así, ¿Por qué no prohibir el tabaco como se prohíbe la venta de otras drogas? ¿En qué piensan los gobiernos además de en estas causas (si lo hacen)?
Los fumadores consumimos un producto totalmente legal, que compramos de una forma totalmente legal en establecimientos totalmente legales. Los gobiernos autorizan la legal producción, legal elaboración (pese a que se cargue al tabaco de múltiples elementos perjudiciales para la salud más de lo necesario), legal distribución, y finalmente, legal venta del tabaco en sus territorios. Bien, hasta aquí podemos resumir que los gobiernos legalizan una droga, menos agresiva que otras que están prohibidas, pero droga al fin y al cabo.
Por otro lado, los gobiernos obtienen sustanciosos y genuinos ingresos en sus arcas públicas a través de los impuestos con los que pena al tabaco. Entonces, si los gobiernos no prohíben la producción, ni la elaboración, ni la distribución, ni la venta, ni el consumo del tabaco… Pero, las Autoridades Sanitarias de los gobiernos si se quejan de los múltiples gastos que las enfermedades producidas por el consumo del tabaco generan a la Seguridad Social y a su vez nos recuerdan que fumar puede matarnos. Es de lógica argumentar que el Gobierno cuando menos, es un poco cómplice de las muertes que el tabaco pueda producir… Y digo un poco, porque todos somos libres para encendernos un cigarro o no, y no podemos culpar a nadie plenamente más que a nosotros mismos.
Pero, es que luego los gobiernos suben los precios del tabaco, ¿para desalentarnos de fumar? Habría que mirar cuál es el verdadero resultado de las subidas de precios de tabaco… La gente no deja de fumar porque le suban un poco el precio del tabaco, lo que acaba pasando es que el rico puede seguir fumando sus tabacos medianamente decentes y el más pobre debe recurrir al tabaco de contrabando y de penosa y dudosa calidad… ¿Realmente se suben los precios del tabaco para desalentarnos o para llenar un poquito más las arcas del Estado?
No lo sé, ni lo sabré nunca, quizá sólo sean divagaciones provocadas por los malos humos, mi propósito continuar sin fumar, ya va para las 4 meses…
¿Y tú que opinas?