La de hoy es mi entrada número 100 y con ella llegaré a las 2000 visitas, nadie mejor para dedicarle esta entrada que a mi madre:
El 18 de marzo de 1957 nació Rosa Silvestre, tercera hija de Sinda y Juan Francisco, la cual pronto se convertiría en una niña divertida y pizpireta.
A los 6 años dejó su hogar en la masía para venir a vivir a Onda, población que la acogió y donde hoy día, continúa viviendo. Quizá su proveniencia rural, es la que la haga ser tan natural, ¡como a mí me gusta la gente!
Los años fueron pasando y Rosa fue adquiriendo el gusto por las plantas, por el campo, por las flores, por el jardín, fruto de las jornadas en las que acompañó a su padre en estos quehaceres.
Después llegaría la hora de hacer jerséis a máquina, y aquí era su padre quién le hacía compañía a ella. Todavía recuerdo la máquina en mi niñez…
A los 18 se enamoró, se casó, y pronto nacieron sus dos hijos con Eufrasio, su primogénita Rosana y su pequeño, Juanjo.
Rosa siempre ha sido una mujer fuerte, muy fuerte, la mujer más fuerte de espíritu que he conocido. Nunca se ha venido a bajo… La vida primero le privó de su padre (a una edad relativamente joven), después sacudió con una importante parálisis a su querida madre (a la que todavía hoy cuida junto con su hermana), pero Rosa, siempre ha estado tirando para adelante.
Su vitalidad y su inmensa imaginación, se vieron también un poco mermadas por la dichosa fibriomialgia, pero lejos de cortarle las alas, la enfermedad sólo consigue ponerle encima un poco de peso al alzar el vuelo, porque ella siempre sale adelante, y con dolores o sin ellos, alza el vuelo todos los días.
Luchadora, buena persona, paciente… ¡muuuy paciente! Es todo corazón.
Recuerdo que cuando era pequeño, para mí, la sonrisa de mi madre me llenaba más que nada en el mundo… Un gesto, una mirada y yo tenía más que cualquier cosa que me pudiera decir. Mi madre ha sido para mí, y es, el ejemplo a seguir de la persona que anhelo llegar así. Pagaría por tener la mitad de su calidad como persona. Y si alguna virtud tengo, no os quepa duda que en ella la encontraréis mucho más multiplicada… No así como los defectos, que en ella, francamente, no encuentro ninguno.
Como futuro padre, sólo quisiera poder decir en unos años que conseguí dar a mis hijos una educación aproximada a la que recibí, una educación cargada en valores, en saber valorar las cosas, en potenciar el esfuerzo personal, en estimular sus deseos, en el respeto ante sus decisiones…
Y no es porque sea mi madre, pero es la mejor madre que podría imaginar… Por eso y porque todas las palabras que acabo de escribir van cargadas de sentimiento y significado para mí, y no son sólo palabras bonitas, hoy te digo mamá ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! Y que cumplas muchos más, no estoy preparado para un mundo sin ti, y creo que nunca lo estaré.
Te quiere, tu hijo.
Juanjo.
Besos.
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