Lamentablemente, el terrorismo es un tema de actualidad en España, lo es en Europa y lo es también a nivel global, hasta aquí, abarca la globalización.
A través del terror y el horror de los atentados, los terroristas procuran paralizar a la sociedad, y lo peor de todo, lo consiguen, no podemos dejar de quedarnos horrorizados ante semejantes masacres que resultan increíbles.
Entre sus seguidores, el terrorismo intenta justificarse como única vía de intervención y coacción, a gobiernos que se niegan a ceder ante sus exigencias.
Pero en lugar de atentar contra “el poder”, los terroristas atentan contra el pueblo, contra el ciudadano de a pie, buscando en él, que se despierte odio hacia un “poder” que no hace nada por acabar con los terroristas (según los terroristas claro), y así, consiguiendo que las víctimas, en cierta forma, estén al lado de los terroristas en su mirada despectiva hacia el “poder”.
El terrorismo se sirve y se cultiva, en un campo en el que los miembros de las formaciones terroristas, son gente de fácil manejo y de poca personalidad, que son fácilmente conducibles por los líderes, a hacer lo que ellos consideran oportuno. No en vano, cada vez son más los terroristas suicidas que se inmolan, sólo y exclusivamente para provocar matanzas colectivas en pro de su ideología.
Por otro lado, la retransmisión mundial y en directo, de los atentados islámicos a las torres gemelas de Nueva York en el fatídico 11-S, han puesto de relieve, el importante papel que desempeña en la cruzada terrorista, esa difusión globalizada del terror, que es finalmente el objetivo de toda formación terrorista.
La Unión Europea, tras los atentados islámicos de Madrid del 11-M, trabajó en una declaración que avanzaba hacia diversos progresos que se propusieron en diversos ámbitos relevantes:
- Lograr una mayor cooperación judicial.
- Mínimo de condenas y sanciones relativas a terroristas.
- Ordenes judiciales que congelen fondos que financien el terrorismo.
- Apoyo a las autoridades competentes en todos los estados miembros. Etc.
- Establecer una cooperación de servicios contraterroristas.
- Formación de Equipos Conjuntos de Investigación preventiva y operacional.
- Compartir esta información. Etc.
- Otras medidas varias, como la persecución de la financiación terrorista; el incremento del control fronterizo ligado a la criminalidad conectada con el terrorismo; pago de indemnizaciones a las víctimas; acciones preventivas para proteger a la población; desarrollo de medidas de política exterior, etc.
¿Es suficiente? ¿Qué podemos hacer desde la democracia en contra del terrorismo? Sin duda, la respuesta es complicada, y no me veo en condiciones de responder, aunque pienso que los terroristas son como niños maleducados.
Me explico: su conducta no es correcta, evidentemente, si les contestamos con la misma violencia con la que ellos se expresan (como por ejemplo: la respuesta que dieron Bush, Blair y Aznar mediante la Guerra Ilegal a Irak), lo único que obtendremos será más de esa conducta negativa (véase simplemente, la respuesta en forma de atentado que nos sirvió Al Qaeda en Madrid en Atocha, El Pozo y Santa Eugenia).
Saramago tuvo mucho atino en su discurso contra la Guerra de Irak del 15 de marzo de 2003: “No digan los señores y las señoras del poder que nos manifestamos para salvar la vida y el régimen de Sadam Husein. Mienten con todos los dientes que tienen en la boca. Nos manifestamos, eso sí, por el derecho y por la justicia. (…) Nos manifestamos para salvar la democracia en peligro. Hasta ahora la humanidad ha sido siempre educada para la guerra, nunca para la paz. (…) Pero que esa paz sea la paz de la dignidad y del respeto humano, no la paz de una sumisión y de una humillación que demasiadas veces vienen disfrazadas bajo la mascarilla de una falsa amistad protectora. (…) los hechizeros de Bush, Blair y Aznar, sin quererlo, sin proponérselo, nada más que por sus malas artes y peores intenciones, han hecho surgir, espontáneo e incontenible, un gigantesco, un inmenso movimiento de opinión pública. Un nuevo grito de "No pasarán" (…) no se tratará simplemente de decir "No a la guerra", se tratará de luchar todos los días y en todas las instancias para que la paz sea una realidad, para que la paz deje de ser manipulada como un elemento de chantaje emocional y sentimental con que se pretende justificar guerras. Sin paz, sin una paz auténtica, justa y respetuosa, no habrá derechos humanos. Y sin derechos humanos (todos ellos, uno por uno) la democracia nunca será más que un sarcasmo, una ofensa a la razón, una tomadura de pelo. Los que estamos aquí somos una parte de la nueva potencia mundial. Asumimos nuestras responsabilidades. Vamos a luchar con el corazón y el cerebro, con la voluntad y la ilusión. Sabemos que los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor.
Del mismo modo pienso que volviendo sobre las palabras de Saramago, para acabar con el terrorismo, y conseguir la paz, tenemos que luchar cada día para que la paz sea una realidad justa y respetuosa, para que prevalezcan los derechos humanos, y hacerlo a través de la misma ofensiva no es la solución.
- Otras medidas varias, como la persecución de la financiación terrorista; el incremento del control fronterizo ligado a la criminalidad conectada con el terrorismo; pago de indemnizaciones a las víctimas; acciones preventivas para proteger a la población; desarrollo de medidas de política exterior, etc.
¿Es suficiente? ¿Qué podemos hacer desde la democracia en contra del terrorismo? Sin duda, la respuesta es complicada, y no me veo en condiciones de responder, aunque pienso que los terroristas son como niños maleducados.
Me explico: su conducta no es correcta, evidentemente, si les contestamos con la misma violencia con la que ellos se expresan (como por ejemplo: la respuesta que dieron Bush, Blair y Aznar mediante la Guerra Ilegal a Irak), lo único que obtendremos será más de esa conducta negativa (véase simplemente, la respuesta en forma de atentado que nos sirvió Al Qaeda en Madrid en Atocha, El Pozo y Santa Eugenia).
Saramago tuvo mucho atino en su discurso contra la Guerra de Irak del 15 de marzo de 2003: “No digan los señores y las señoras del poder que nos manifestamos para salvar la vida y el régimen de Sadam Husein. Mienten con todos los dientes que tienen en la boca. Nos manifestamos, eso sí, por el derecho y por la justicia. (…) Nos manifestamos para salvar la democracia en peligro. Hasta ahora la humanidad ha sido siempre educada para la guerra, nunca para la paz. (…) Pero que esa paz sea la paz de la dignidad y del respeto humano, no la paz de una sumisión y de una humillación que demasiadas veces vienen disfrazadas bajo la mascarilla de una falsa amistad protectora. (…) los hechizeros de Bush, Blair y Aznar, sin quererlo, sin proponérselo, nada más que por sus malas artes y peores intenciones, han hecho surgir, espontáneo e incontenible, un gigantesco, un inmenso movimiento de opinión pública. Un nuevo grito de "No pasarán" (…) no se tratará simplemente de decir "No a la guerra", se tratará de luchar todos los días y en todas las instancias para que la paz sea una realidad, para que la paz deje de ser manipulada como un elemento de chantaje emocional y sentimental con que se pretende justificar guerras. Sin paz, sin una paz auténtica, justa y respetuosa, no habrá derechos humanos. Y sin derechos humanos (todos ellos, uno por uno) la democracia nunca será más que un sarcasmo, una ofensa a la razón, una tomadura de pelo. Los que estamos aquí somos una parte de la nueva potencia mundial. Asumimos nuestras responsabilidades. Vamos a luchar con el corazón y el cerebro, con la voluntad y la ilusión. Sabemos que los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor.
Del mismo modo pienso que volviendo sobre las palabras de Saramago, para acabar con el terrorismo, y conseguir la paz, tenemos que luchar cada día para que la paz sea una realidad justa y respetuosa, para que prevalezcan los derechos humanos, y hacerlo a través de la misma ofensiva no es la solución.
Sin duda la solución pasa por el diálogo, que debe darse, por supuesto, en las condiciones necesarias para ello. Con una organización terrorista activa no hay nada que hablar… Y hay que saber muy bien en lo que se puede y en lo que no se puede ceder.
Y sin duda también, este diálogo, es muy complicado de llevar a término, porque los terroristas suelen no atender a razones ni a cesar en sus empeños.
Lo que sí está claro, y lo que sí es reconocible, es que Europa y España, deben de luchar de una forma conjunta, y sin fisuras, con una política terrorista que no esté siendo cuestionada constantemente en los parlamentos, porque esto beneficia a los terroristas.
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