En 1999, los habitantes de un pueblecito de la provincia de Kanchanaburi, en Tailandia, encontraron en el bosque dos tigres bebés heridos a cuyos padres habían matado los cazadores. No sabiendo qué hacer con ellos, les llevaron al templo budista Wat Pha Luang donde fueron recogidos y cuidados por los monjes.
Así, nació el que una década después ya se conoce como "Templo de los Tigres". A raíz de ésto, numerosos bebés tigres sin papás fueron llevados a este templo y cuidados por los monjes y residentes.
En el tempo, los tigres son amaestrados y habituados a no comer más que carne cocida, con el fin de evitar el desarrollo del gusto por la sangre. Son tratados como miembros de la familia del templo.
Con el tiempo, el tempo se ha convertido en un lugar considerado como santuario de animales y preservación de los mismos.
Si todo ello no es bastante peculiar, más aún lo es, que el templo está abierto al turismo. En él, los empleados mantienen a los tigres bajo control, y están siempre preparados para intervenir si éstos llegaran a agitarse. Pero a priori, el visitante se acerca a los tigres sin ningún tipo de protección. A cambio, el placer de disfrutar del único lugar del mundo donde es posible acariciar a un tigre en libertad.
Algunas imágenes:
miércoles, 6 de mayo de 2009
¡Tranquilo! Que no muerdo...
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Preciosa entrada Juanjo, para darnos cuenta que la vida siempre pude dar sorpresas agradables....
ResponderEliminarCarpe Diem
Muy cierto... Un abrazo Adolfo.
ResponderEliminarBuen post Juanjo!
ResponderEliminarMe trae a la mente aquello de "el amor amansa a la fieras"
Y no sólo las fieras animales. También, con amor se consiguen grandes resultados con las personas que nos rodean, aparte de una magnífica semilla para educar a nuestros hijos.
Un saludo!!
Y tanto... Los ves ahí tan grandes y con ese aspecto tan fiero, que no te imaginas que puedan ser tan "mansos".
ResponderEliminarMuy interesante lo del amor y los hijos. Porque aunque aún no los tengo, me consta que muchos padres y educadores compran de todo a los niños o les permiten todo, pero se olvidan de darles afectivas muestras de amor.
Un saludo Alex.
mansos y lo que quieras, pero yo no dejaria pasar un par de dias sin echarles de comer
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo... jejeje
ResponderEliminarPrimero que coman bien, luego ya me acercaré a hacer la foto... ;)
Lo cierto es que yo creo que también preferiría ir después que terminaran de comer, que estubieran bien empachados por lo que pueda pasar.
ResponderEliminarUn saludo Juanjo
Bueno Pharpe, nos informaremos de a qué hora comen, y luego vamos... jejeje
ResponderEliminarMe encantaría poder abrazarme a un gato así sabiendo que no voy a ser ni su "esparring", ni parte de su cena.
ResponderEliminarSuponiendo que el ambiente que se respire en el lugar sea relajado, sí que me haría unas cuantas fotos con el tigre.
Salu2
Bueno Markos, tanto como gato, jejeje
ResponderEliminarNo creas Juanjo, tuve una gata siamesa que era bastante más agresiva que un tigre de bengala :-D y con muy mala leche con todo el mundo, excepto conmigo. La echo de menos.
ResponderEliminarSalu2
Yo también tuve una siamesa... Pero era muy buena la pobre...
ResponderEliminarSaludos.
Que linda obra por parte de estos monjes. Bueno sin duda que sería un gran reto y aunque tal vez estaría muerta de miedo pudiera intentarlo, parece que están bien amaestrados.
ResponderEliminarSaludos.
¿Si verdad?
ResponderEliminarYo creo que por experimentar la sensación vale la pena atreverse....
Eso sí, con el monje al lado, jeje
Si Ángel Cristo levantara la cabeza...
ResponderEliminarDe todas las fotos, me llama especialmente la atención la última. Parece que monje y fiera conversaran. Una lección peripatética. ¿Os acordáis?: el maestro y el pequeño saltamontes.
Lo recuerdo perfectamente, jejeje
ResponderEliminarKung Fu...
Parece también una pareja de enamorados caminando por la playa... :)